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Channel: Gestión por Confianza – Carolina Hernández – Coaching
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Cuando la humildad se pierde…

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Existen, a lo largo de la Historia, numerosos ejemplos de derrotas, de caídas de imperios cuando se olvida algo fundamental: la Humildad.

La humildad es una característica imprescindible en todo individuo y toda organización.

La humildad nos mueve a aprender, porque nos indica que no lo sabemos todo; a respetar, porque cada cual puede tener su interpretación de la realidad; a confiar, en definitiva, en la humildad de los demás.

Cuando la humildad se quiebra, muchos otros valores se rompen con ella.

Reconstruir la confianza

Si miramos a nuestro alrededor y somos críticos con la situación que estamos viviendo, tomaremos consciencia de que todos hemos perdido un poquito o un demasiado esa humildad.

La clase política no rectifica; las entidades financieras continúan inflando sus egos; las organizaciones, acostumbradas a producir, han olvidado que sus equipos son personas; los medios de comunicación manipulan un día tras otro las noticias que nos muestran y que ya nadie se cree. Se ha perdido la humildad y se ha perdido la confianza.

Después de tantos meses oyendo hablar de las primas de riesgo de los países e inyectando dinero a estados y entidades financieras para que hagan un mal uso de él, todavía no nos hemos terminado de dar cuenta de que el sistema hace aguas ya por muchos puntos.

Las crisis son oportunidades. Esto lo sabe todo el mundo. Es una oportunidad para aprender y evolucionar. Es una oportunidad para revisar nuestras creencias y nuestros valores y recolocarlos donde mejor están y más aportan. Es una oportunidad para elegir cómo queremos trabajar en nuestras organizaciones teniendo en cuenta a las personas que las conforman. Es una oportunidad para fortalecerse de cara al futuro.

Es, en definitiva, una oportunidad para recuperar esa humildad que nos volverá a conducir al éxito.

Esta crisis no es sólo financiera. Debajo de ella subyace una pérdida importante de valores. Debemos tomar consciencia de que no todo vale y comenzar a reconstruir estos valores desde donde lo podemos hacer: desde nuestro pequeño entorno. Desde nuestro interior, desde nuestras organizaciones, desde nuestros barrios o nuestras ciudades.

Personalmente he dejado de ver los telediarios. No es que haya caído en la desinformación. Creo que sería casi imposible en la era de la comunicación. Me informo y sé lo que pasa por ahí. Y también leo opiniones de todos los colores y gustos. Lo que he dejado de hacer es permitir que me manipulen, tragándome todas las noticias que me quieren que me crea, para alarmarme. Dedico ese tiempo a estudiar o a compartir un rato con amigos. Aprendo y me río. Y esto me motiva mucho más que saber qué calificación me da no sé qué empresa privada que tiene no sé qué potestad para decidir si en mi país se puede confiar o no.

Yo confío plenamente en nuestra capacidad (la de mi país) y sé que saldremos adelante. Con esfuerzo, pero saldremos adelante.

Os invito también a ello: a que recuperéis la confianza, la humildad y la perseverancia porque eso nos conducirá al éxito.


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